martes, 1 de noviembre de 2011

La hepatitis B, asesina silenciosa






La hepatitis B, asesina silenciosa.

“Tenía 27 años, me acababa de casar, estaba aparentemente saludable y me sentía bien. Además de tener un trabajo que exigía mucho de mí, atendía diversas responsabilidades en una congregación de los testigos de Jehová. No me imaginaba que la hepatitis B había empezado a destruirme el hígado.” (Dukk Yun Hahn)

EL HÍGADO es un filtro que elimina toxinas de la sangre y se encarga al menos de otras 500 funciones vitales. Con razón la inflamación de este órgano, es decir, la hepatitis, suele causar estragos en la salud. Esta enfermedad puede ser el producto del exceso de alcohol o de la exposición a sustancias nocivas. Pero generalmente la provocan ciertos virus. Los científicos han identificado cinco de esos virus y creen que puede haber por lo menos otros tres.

El virus de la hepatitis B (VHB), uno de los cinco identificados, mata por lo menos a 600.000 personas al año, cifra similar a la de las víctimas del paludismo. Más de 2.000 millones de personas —casi un tercio de la población mundial— han sido infectadas por el VHB, aunque la mayoría se ha recuperado en cuestión de meses. Pero en unos 350 millones de casos la enfermedad se ha vuelto crónica. Esto significa que, manifiesten los síntomas o no, los portadores podrían transmitirla en cualquier momento.
Quienes padecen infección hepática crónica pueden evitar graves daños en el hígado si desde el principio reciben atención médica adecuada. Pero la mayoría no sabe que tiene el VHB, pues este solo se detecta mediante un análisis especial de sangre. Incluso los resultados de un análisis habitual de la función hepática pueden salir normales. Por eso se dice que la hepatitis B es una asesina silenciosa que sorprende a sus víctimas. A veces los síntomas se manifiestan décadas después del contagio. Para entonces, es posible que el paciente haya desarrollado cirrosis o cáncer de hígado, enfermedades que se cobran la vida de 1 de cada 4 portadores del VHB.

“¿Cómo me contagié?”

“A los 30 años comencé a experimentar los síntomas —cuenta Dukk Yun—. Tenía diarrea, así que acudí a un doctor convencional, quien se limitó a combatir los malestares. Después consulté a un especialista en medicina oriental, y me dio algo para el estómago y los intestinos. A ninguno de los dos se le ocurrió que pudiera ser hepatitis. Como la diarrea no cesó, volví con el doctor convencional. Me examinó dándome golpecitos en el lado derecho del abdomen, y sentí dolor. Un análisis de sangre confirmó sus sospechas: tenía el VHB. Esto me pareció imposible, pues nunca había recibido una transfusión de sangre ni había llevado una vida inmoral.”

Una vez que Dukk Yun se enteró de que tenía el VHB, su esposa, sus padres y sus hermanos se hicieron pruebas de sangre. Resultó que todos habían desarrollado anticuerpos contra el virus, lo que significa que en algún momento estuvieron expuestos a este. No obstante, su sistema inmunológico lo había eliminado. ¿Sería que alguien de la familia contagió a Dukk Yun? ¿Habrían estado ellos en contacto con el mismo foco de infección? Nadie puede asegurarlo. De hecho, en un 35% de los casos se desconoce la causa. Lo que sí se sabe es que la hepatitis no es hereditaria y casi nunca se contrae por contacto casual ni por compartir alimentos. Más bien, se transmite cuando algún fluido corporal —como sangre, semen, secreciones vaginales o saliva— de una persona infectada entra al torrente sanguíneo de otra a través de una herida o de las membranas mucosas.

Muchos se contagian al recibir transfusiones de sangre contaminada, sobre todo en los países donde las pruebas de detección de hepatitis son escasas o nulas. El VHB es cien veces más contagioso que el VIH, el virus que causa el sida. Hasta una pequeña cantidad de sangre infectada, como la que se encuentre en una navaja de afeitar, puede transmitir la hepatitis B. Cabe señalar que en una gota de sangre seca, el virus puede permanecer vivo por una semana o más.

La importancia de estar bien informados

“Cuando en la empresa donde yo trabajaba se enteraron de que tenía hepatitis B, me aislaron de la mayoría de mis compañeros en una pequeña oficina”, cuenta Dukk Yun. Es común que las personas infectadas reciban esa clase de trato porque muchos no saben cómo se contagia la enfermedad. Y aun quienes sí lo saben pudieran confundir la hepatitis B con la A, la cual es más contagiosa pero menos grave. Además, como el VHB puede transmitirse por contacto sexual, a veces se ve con recelo incluso a los portadores que no llevan una vida inmoral.

El miedo y la ignorancia pueden provocar graves problemas. Por ejemplo, en muchos lugares se aparta injustificadamente a quienes tienen hepatitis, sean niños o adultos. Hay personas que no permiten que sus hijos jueguen con ellos, y algunas escuelas o lugares de empleo los rechazan. Así que, como temen ser discriminados, muchos deciden no hacerse la prueba de detección del VHB u ocultan que lo padecen. En vez de decir la verdad, prefieren arriesgar su salud y la de su familia. De esta manera, la enfermedad puede seguir transmitiéndose por generaciones.

El descanso es fundamental

“El doctor me dijo que tenía que descansar, pero después de dos meses regresé al trabajo —confiesa Dukk Yun—. Las pruebas de sangre y las tomografías computarizadas mostraban que no tenía cirrosis, así que pensé que estaba bien.” Tres años más tarde, la empresa lo transfirió a una ciudad grande, donde vivía más estresado. Con cuentas que pagar y una familia que mantener, le parecía imposible dejar su empleo.
En unos meses, sus niveles de virus en la sangre se dispararon, y comenzó a sentirse agotado. “Tuve que renunciar al trabajo —recuerda—. Ahora lamento haberme excedido tanto. Si desde un principio hubiera tomado las cosas con más calma, tal vez no estaría tan enfermo y no tendría el hígado tan dañado.” Así pues, Dukk Yun aprendió una lección importante. A partir de entonces redujo sus gastos y comenzó a trabajar menos. Además, en su casa lo apoyaron mucho, y su esposa incluso buscó la manera de aportar al presupuesto familiar.

¿Se puede vivir con hepatitis B?

Aunque la salud de Dukk Yun se estabilizó, su hígado cada vez presentaba mayor resistencia al flujo sanguíneo, lo cual acabó provocándole hipertensión. Once años después se le reventó una vena del esófago y comenzó a expulsar sangre por la boca, así que estuvo hospitalizado una semana. Cuatro años más tarde empezó a experimentar confusión mental porque su hígado ya no filtraba el amoníaco y este se acumuló en el cerebro. Pero gracias al tratamiento médico, el problema pudo corregirse en unos cuantos días.

Dukk Yun ahora tiene 54 años. Si su salud empeorara, contaría con pocas opciones. Los tratamientos antivirales no logran erradicar el VHB por completo y pueden causar efectos secundarios graves. Su última alternativa sería un trasplante de hígado, sin embargo, la lista de espera es más larga que la de donantes. “Sé que puedo morir en cualquier momento —comenta—. Pero preocuparme no me hace bien. Todavía estoy vivo, tengo un techo y una familia maravillosa. En cierto sentido diría que esta enfermedad nos ha beneficiado, pues ahora dedico más tiempo a mi familia y al estudio de la Biblia. Esto calma mis temores de sufrir una muerte prematura y me ayuda a esperar con anhelo el día en que ya no habrá más enfermedades.”

La actitud positiva de Dukk Yun contribuye a que su familia lleve una vida feliz. Además, él, su esposa y sus tres hijos son ministros de tiempo completo.

La enfermedad se considera crónica cuando el sistema inmunológico no elimina el virus en un plazo de seis meses.

La sangre infectada debe limpiarse de inmediato con guantes y una solución fresca de una medida de cloro de uso doméstico por diez de agua.


La atención médica en una fase temprana puede evitar daños

Como temen ser discriminados, muchos deciden no hacerse la prueba de detección del VHB u ocultan que lo padecen

TIPOS DE HEPATITIS

  Existen principalmente cinco virus que causan la hepatitis, pero se cree que no son los únicos. A los tres más conocidos se les denomina A, B y C. Los síntomas de todas las formas de hepatitis son parecidos a los de la gripe y no siempre incluyen ictericia (color amarillento de la piel y los ojos). Muchas personas, en especial los niños, no muestran síntomas. En los casos de la hepatitis B y C, el hígado puede presentar daños graves para cuando la enfermedad empieza a manifestarse.

VIRUS DE LA HEPATITIS A (VHA)
  El VHA se encuentra en las heces de una persona infectada. Puede sobrevivir en agua dulce, salada o congelada. ¿Qué puede llevar al contagio?

● Beber agua infectada o ingerir mariscos crudos que provengan de aguas contaminadas con desechos humanos
● Tener estrecho contacto físico con una persona infectada o compartir con esta alimentos, bebidas o cubiertos
● No lavarse bien las manos después de usar el inodoro o de cambiar el pañal de un bebé infectado o antes de manipular alimentos
  La hepatitis A puede ser aguda, pero por lo general no se vuelve crónica. En la gran mayoría de los casos, el cuerpo mismo elimina el virus en unas cuantas semanas o meses. No existe tratamiento específico para la enfermedad aparte del descanso y la buena alimentación. Debe evitarse el alcohol y los fármacos que sobrecargan el hígado —como el paracetamol— hasta que el doctor confirme la recuperación total del órgano. Es probable que una persona que haya tenido el VHA no vuelva a contraerlo; sin embargo, puede contagiarse de otros tipos de hepatitis. Existen varias vacunas contra la enfermedad.

VIRUS DE LA HEPATITIS B (VHB)

  El VHB se encuentra en líquidos corporales —como sangre, semen o secreciones vaginales— de alguien infectado. Una persona que no esté inmunizada puede contraerlo cuando alguno de estos fluidos entra a su organismo. ¿De qué manera?

● Al nacer (si la madre está infectada)
● Al tener contacto con equipo médico y dental e instrumentos para hacer tatuajes o perforaciones corporales que no hayan sido debidamente esterilizados
● Al exponer una herida a algún objeto que contenga incluso una mínima cantidad de sangre contaminada, como agujas hipodérmicas, navajas de afeitar, cepillos de dientes, limas o cortaúñas.
● Al tener contacto sexual

  Las autoridades médicas opinan que la hepatitis B no se transmite al toser, dar la mano, abrazar, besar en la mejilla, amamantar ni al compartir alimentos, bebidas y utensilios para comer. Tampoco se ha comprobado que las picaduras de insectos la propaguen. La mayoría de los adultos se recuperan de la hepatitis B aguda y desde entonces quedan inmunes. Los niños pequeños corren mayor riesgo de desarrollar la infección crónica. Si esta no se trata, puede provocar insuficiencia hepática o la muerte. También hay vacunas para prevenir la hepatitis B.

VIRUS DE LA HEPATITIS C (VHC)

  La vía de transmisión del virus de la hepatitis C es muy parecida a la de la hepatitis B, pero en la mayoría de los casos se transmite al utilizar agujas contaminadas para inyectarse drogas. No existe una vacuna contra el VHC.

En la página www.who.int, la Organización Mundial de la Salud ofrece información adicional en varios idiomas.

SE ROMPE EL CICLO DE TRANSMISIÓN

  Aunque la hepatitis B afecta a gente de todo el mundo, un 78% de los casos crónicos se concentra en Asia y las islas del Pacífico. En gran parte de esta región, 1 de cada 10 personas es portadora. Muchos la contraen por vía materna al nacer o durante la infancia por haber tenido contacto con la sangre de niños infectados. Se ha podido romper el ciclo de transmisión de la hepatitis B suministrando una vacuna muy eficaz a recién nacidos y a quienes son más vulnerables. En los lugares donde se utiliza dicha vacuna, el número de infectados ha disminuido drásticamente.




sábado, 11 de junio de 2011

Síndrome de Down: El desafío de criar un hijo con Down.








Para muchos Padres tener un hijo con Sindrome de Down suele transformarse en “una montaña rusa de emociones, con triunfos que elevan y decepciones que hunden; contrariedades y retos cotidianos, y logros y consecuciones que llenan de emoción” (Count Us In—Growing Up With Down Syndrome [Tomennos en cuenta.Crecer con sındrome de Down]).

¿Que es el síndrome de Down? Llana y sencillamente, es una alteración crónica de origen genético que afecta a 1 de cada 730 bebes en Estados Unidos._ Los niños afectados presentan distintos grados de incapacidad para el aprendizaje y la comunicación verbal, así como anormalidades del aparato locomotor, que van de leves a graves. También maduran mas lentamente en sentido emocional, social e intelectual

El nombre viene de John Langdon Down, medico británico que publico en 1866 la primera descripción exacta de este trastorno. En 1959, el genetista frances Jerome Lejeune descubrió que los bebes con síndrome de Down nacen con un cromosoma de mas en sus células: tienen 47 y no 46. Otros investigadores hallaron después que el cromosoma extra es una copia del 21.

¿Hasta que grado afecta esta anomalía la capacidad de los niños? Jason, quien padece el síndrome, responde en el libro Count Us In—Growing Up With Down Syndrome, del cual es coautor: “Me parece que no es un impedimento. Es una desventaja a la hora de aprender algo porque vas despacio, pero no es para tanto”. Desde luego, cada niño es diferente y posee sus propios talentos. Incluso los hay que son capaces de aprender lo suficiente para convertirse en miembros activos de la sociedad y tener una vida plena. Nada puede hacerse para prevenir esta alteración genética, ni antes ni durante el embarazo.

El síndrome de Down no es culpa de nadie. Más no por eso deja de asestar un duro golpe a los padres. ¿Que pueden hacer estos a favor de sus hijos y de sí mismos?

Cuesta aceptar que un hijo tiene el síndrome de Down, los sentimientos de dolor pueden durar algún tiempo y es posible que vuelvan a surgir de repente. Los individuos con síndrome de Down son en primer lugar personas [...]. La calidad de los cuidados, la educación y la experiencia social que se ofrecen influyen en el desarrollo de las personas con síndrome de Down, al igual que ocurre con todas las personas en general.

Los terapeutas aconsejan a los padres incluirlos en todas las actividades familiares y ayudarlos a desarrollar sus aptitudes a través del juego y programas de intervención temprana. Estos programas —que deben comenzar poco después del nacimiento— incluyen fisioterapia, logopedia (terapia del lenguaje) y mayor atención personal, junto con apoyo emocional para el niño y la familia. 

El progreso seguramente será lento. Los bebes con síndrome de Down no pronuncian sus primeras palabras sino hasta los dos o tres años. En su desesperación por no poder comunicarse, tal vez tengan arrebatos de llanto o mal humor. Pero los padres pueden enseñarles algunas habilidades de comunicación pre verbales valiéndose, por ejemplo, de un método de señas sencillo, acompañado de ayudas visuales. Así, con señas como las de “beber”, “más”, “ya”, “comida” y “cama”, podrán dar a saber sus necesidades básicas. “Nosotros le enseñábamos a Jasmín dos o tres señas por semana —dice Lisa—. Nos centrábamos exclusivamente en la diversión y la repetición.”

Cada año, más niños con síndrome de Down acuden a escuelas ordinarias y participan en actividades sociales con sus hermanos y sus amigos. Si bien su aprendizaje es más difícil, estudiar con niños de su edad ha ayudado a algunos a valerse por sí mismos, relacionarse con los demás y progresar en sentido académico.


Estrategias para mejorar la comunicación

Sugerencias para comunicarse con las personas con síndrome de Down:

Sitúese enfrente para establecer contacto visual directo.

Utilice frases sencillas y cortas.

Acompañe sus palabras con gestos faciales y ademanes.

Deles tiempo para que entiendan y respondan.

Escuche atentamente y pídales que repitan las órdenes que les imparta.